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Mostrando entradas de octubre 22, 2010

Sucedió en un McDonald’s

No sé cómo llegue a este final, ni todavía como estas breves líneas, que usted se dispone a leer, de como llegaron a plasmarse en estas hojas virtuales. Quizás al lector de hoy no le interesa más que abrir su Ipad, e ir arrastrando el dedo para circular sobre estos párrafos, escritos al salto de manta, de aquí para allá, sin más delicadeza que raspar mi bolígrafo sobre las servilletas, que ni siquiera he sabido numerar… Mi vida de escritor siempre había sido zigzagueante, comenzando por esas extrañas plazuelas, de cuatro bancos de piedras, alrededor de una estatua repetitiva de un personaje a lomos de un caballo, en el cual me desnivelaba lentísimamente para moldear mi Palabra. También me congratule cobertizos desmantelados, posado siempre en los iniciales peldaños, donde mi Palabra se iluminaba de lujos perdidos. También cuando me duchaba en el la ribera del Manzanares, y mientras secaba la ropa raída y desvencijada, procuraba siempre el rincón, donde existía un pedrusco chato, cualqu

Manifiesto por las emociones

Algunos, ya muchos, nos vienen hablando continuamente y machaconamente de una literatura sana, de un cine sana, pero cual serían, es evidente que mucha literatura nos libera energías, y de otra que nos casusa más tensión hasta aumentar nuestros grados de angustia, pero como soy un ser que va caminando por el difícil alambre de la vida, ya me voy a haciendo muchas preguntas, y algunas de ellas dedicare esta reflexión, pero lo les garantizo, que al final de estas líneas se encuentren debidamente cumplimentados, lo más seguro es que piensen ustedes, ¡ vaya manera de perder el tiempo que tiene este hombre! En estos últimos años, y sobre todo cada vez más lejos de una juventud ensoñadora, te vas dando cuenta que esta civilización del darwinismo social, este mundo solo se reserva a los ganadores, a los emprendedores, es como si a esta civilización haya dejado de lado el mundo de las emociones, y viniendo a parar en un hecho que nos acontece en la vida diaria. Se imaginan ustedes unos panflet

La Huelga

Rebuscando en las fotos del arcón, que había sacado del cuarto trastero, aparecieron unas cuantas fotos (y eso que siempre que había visto una cámara, había salido corriendo), las lleve hacia mis dedos, y unas dóciles lagrimas cayeron sobre mis mejillas, quizás sí , quizás no.., pero sintiendo que esas tres fotos marcaron una parte de mi devenir en la vida…. Las tres fotos marcaban tres momentos decisivos en mi vida, una era del entierro de la matanza de los abogados de Atocha, la segunda era con motivo del despedido de un compañero despedido del matadero de Madrid (ahora centro cultura, a mayor gloria y loor de un alcalde megalómano), la tercera foto era contra la primera ley que regulaba la vida universitaria, luego vinieron otras….., y la universidad sigue con la misma crisis.. Mi sobrino que estaba viendo un partido de futbol, se acercó hacia mi sillón, al ver esas lagrimas surcar mis pómulos, y al ver esas fotos me inquirió cual era el motivo de esas fotos, y al irle a responderle

El Inmigrante (Relato humorístico sobre un suceso sin parangón).

Todo esto pudo ocurrir una vez una España de principios de siglo XX, donde la gente abandonaba estas tierras en busca de un mundo mejor, un sitio donde llevarse de comer algo a la boca. Así es que un barco había echa cala en los puertos de Málaga, Cádiz, Vigo y el Ferrol, para luego marchar hacia Argentina, caminito de Buenos Aires. En un momento dado de la travesía, en pleno Atlántico, mando que se desplegasen sobre cubierta los numerosos emigrantes con los que se había equipado, en tanto que pretendía establecer una colonia en plena pampa argentina. Y como era hombre previsor, y para ir ganando tiempo sobre la lenta burocracia, hizo pasar revista, tanto para confirmar los datos, como para entregar un documento a las autoridades argentinas, y así que efectuasen lo más rápidamente posible el empadronamiento de los colonos. Fue preguntando uno a uno, tanto sus nombres, como su origen en la península, y cuáles eran sus preferencias a la hora de trabajar en la colonia, así que uno iba dic

El Almendro y la Olma

Si ustedes me hubiesen preguntado alguna vez, que es lo que fulge en el baúl de mis recuerdos, van ligados a dos árboles, una olma y un almendro de muchísimas décadas de crecimiento, y a los que la vida les deparo dos muertes crueles. El Almendro fue testigo de mis veranos en casa de mi tía, La Olma fue testigo de mi devenir en mis tiempos infantiles, hasta que un día mude estancia a la capital de la provincia, para cursar mis estudios de bachillerato. Pero aquellos arboles iban a ser mi mejor refugio, ellos me cobijaron siempre, sin preguntarme nunca que quería hacer, siempre estuvieron dispuestos a acurrucarme entre sus brazos, esos árboles nunca me llamaron cuatro ojos. La mayoría de los días, al salir del colegio, y antes de hacer los deberes, iba siempre en su busca, y apañándome como podía subía por su tronco y subir a una rama gordísima, donde me esparrancaba boca arriba y miraba ese cielo azul tan intenso, que me embriagaba todos mis sentidos, quizás por eso sigo paseando por e

Desplazamiento con perturbaciones

No duraderamente uno puede estar al corriente con meridiana claridad, estar al tanto que deseas en esta vida, pero esa mañana tranquila, mi única inquietud fue echar un vistazo en el muro de mi Facebook, una invitación de un contacto a elaborar un listado con la canciones que más me habían gustado en mi vida, y que tipo de sueños, gozos, deseos, ilusiones; pero solo una aspiración había surgido en esa mañana, así que cerré inmediatamente mi portátil, y me dirigí raudo y veloz a la estación de autobuses para recoger mi billete de autobús destino a Granada, decidí tomar un billete de autobús de ida y vuelta, pero era tal el estado de desvanecimiento, que me obligaba tal deseo, que olvide mis innumerables aparatos tecnológicos, que ocupaban mi bolsín de chirimbolos, solo era presa de una angustia, era coger un asiento vacante, para inundar unas espacios de mi existencia sobresaltada; y renunciando a toda realidad con los espacios que me rodean. ¡Oh Dios!, exclame con alivio, al fondo del

De Repente

Llegó ese momento de la vida en que todo parece tan claro y al mismo tiempo todo también se tiñe de sombras. Llego ya el momento en que se va acabando el dolor, pero al tiempo todo el cuerpo te atormenta, y eso hace que no te puedas mantener en pie. Ya paso al álbum de tus recuerdos esos rostros de niños, surcados por lágrimas, y agarrados a los pantalones de sus padres, gritando desaforadamente, para evitar que se vayan de viaje; a lo mejor guardo yo ese recuerdo al haberse sido padre algún día, pero me falta el pequeño detalle de no saber ya ni donde ni cómo. Las más de la veces me sigue ocurriendo, el quedarme con los ojos perdidos, alucinados, obnubilados, oyendo un idioma, que me dijeron que era igual al mío, pero con ese maldito acento y rapidez que jamás he llegado a comprender, salvo algunas palabras sueltas. Uno ya ha adquirido la certidumbre de que nadie nos espera, pero siempre con los ojos zigzagueantes para seguir buscando entre la multitud, algunas sombra reconocida, algú

Carta a las futuras generaciones

España, Europa, la Humanidad, depende de que las futuras generaciones hagan en sus países, en sus continentes, en el globo terráqueo. Y todo esto depende de una cosa muy especial, que en principio puede parecer una intranscendencia: saber distinguir las personas. Todos aprendemos de nuestros padres, de nuestras madres, de nuestros abuelos, de nuestras abuelas, de tu familia; ellos aprehendieron muchas cosas de la vida, ellos en mayor o menor medida tomaron para sí unos determinados conceptos, que nos transmitieron ellos en la medida que podían; de esos aprendizajes de unas generaciones, es lo que la humanidad ha establecido el progreso hacia estadios más óptimos del ser humano. Quizás los que tengamos que aprender es miramos la humanidad a partir de grandes fases en la humanidad, pero hemos obviado que en esas grandes fases de la humanidad, hubo periodos de regresión en esa fase progresiva de la humanidad. Y me diréis las futuras generaciones, y a mí eso que me importa, descuidaos gent