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Mostrando entradas de noviembre 19, 2013

Tarde de fútbol

Tarde de cualquier sábado del año, calles mojadas o secas, de un pueblo pequeño castellano, tardes en las que deseabas terminar de comer, para ir a esa calle, a cualquier calle del pueblo, los pequeños en la acera o en la escalinata de la plaza, esperando la voz de los mayores,  y nos dijeran “entra a jugar, te toca a ti”; y claro, raudo y veloz te lanzabas a la calle o la plaza (algún tropezón hubo por la ansia de jugar), tanta era la ansia de jugar, aunque sólo fuera un minuto, y pisar la arena de la plaza, o el cemento de la calle. En esos tiempo no existían ni clásicos, ni derbis, solo queríamos ser los grandes jugadores que leíamos en un periódico o escuchábamos en la radio, sus grandes galopadas, sus maravillosos regates, sus grandes paradas; y aunque no se lo crean en nuestros oídos sonaba el runrún de un estadio lleno, que jaleaba nuestra entrada en el campo, en espera de un nuevo fenómeno del futbol. Salvo cuando podíamos jugar en la plaza ( era el terreno reservado a los