Tarde de fútbol
Tarde de cualquier sábado del
año, calles mojadas o secas, de un pueblo pequeño castellano, tardes en las que
deseabas terminar de comer, para ir a esa calle, a cualquier calle del pueblo,
los pequeños en la acera o en la escalinata de la plaza, esperando la voz de
los mayores, y nos dijeran “entra a
jugar, te toca a ti”; y claro, raudo y veloz te lanzabas a la calle o la plaza
(algún tropezón hubo por la ansia de jugar), tanta era la ansia de jugar,
aunque sólo fuera un minuto, y pisar la arena de la plaza, o el cemento de la
calle.
En esos tiempo no existían ni clásicos,
ni derbis, solo queríamos ser los grandes jugadores que leíamos en un periódico
o escuchábamos en la radio, sus grandes galopadas, sus maravillosos regates,
sus grandes paradas; y aunque no se lo crean en nuestros oídos sonaba el runrún
de un estadio lleno, que jaleaba nuestra entrada en el campo, en espera de un
nuevo fenómeno del futbol.
Salvo cuando podíamos jugar en
la plaza ( era el terreno reservado a los mayores), los partidos se interrumpían
por el paso de un coche, bronca con el conductor,, que nos decía “iros a jugar
a la pradera joios”, discusiones por si era gol o no, por supuesto que no había
árbitros en esos partidos, y siempre las voces de los de mas edad, y voces
diciendo “pasa más rápido, no seas chupón”,
“corre más rápido, vas solo”, “tira fuerte al portero”, “al suelo con el
chupón ese”, y claro esas porterías hechas a base de cantos de piedra, y luego
claro las eternas discusiones por la validez del gol, siempre antes del partido
nos decíamos “rasos los goles, para que no haya discusiones”….
Luego vinieron otros campos,
cuando salimos a las praderas del pueblo, o la que estaba junto al rio en
tardes de merienda, pero siempre que recuerdo un partido del futbol, mis
recuerdos son esos partidos, ese ha sido el mejor Estadio, donde mejor he
jugado en mi vida...
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