El niño zangolotino

El niño zangolotino

tumbado en la tumba esta,

y sus cabelleras rubias

descompuestas están,

sacudidas al son del ábrego,

y entre lloriqueos exclama

“No me riñas mamá,

que no hare más barrabasadas”;

y las nubes del cielo

caminan impasibles,

sin importarles

los lamentos del zagal.

Y te rememoro

En una tarde

De viento sur,

El olor a vela

Humedece la pieza;

Y tu, madre,

ahí en la cama,

tan silenciosa,

tan seria,

tan impasible,

tan ajena a todo,

y yo te prorrumpo

“No me riñas mamá,

que no hare más barrabasadas”;

y las nubes del cielo

caminan impasibles,

sin importarles

los lamentos del zagal.

A la calle voy,

revolviendo

contenedores de inmundicia,

pidiendo dinero también,

y cualquiera me extiende la oreja,

diciéndome granuja,

y cual poseso

salgo caminando con temblor,

temiendo un chivatazo;

y pienso para mí,

entre sollozos:

“No me riñas mamá,

que no hare más barrabasadas”;

y las nubes del cielo

caminan impasibles,

sin importarles

los lamentos del zagal.

Y encontrándome

con una cuadrilla,

todos burlándose de mí,

zarandeándome también,

acusando

que al municipal

me llevarán

por mi indumentaria descompuesta,

Y entre gemidos, otra vez:

“No me riñas mamá,

que no hare más barrabasadas”;

y las nubes del cielo

caminan impasibles,

sin importarles

los lamentos del zagal.

Y a pernoctar voy,

en un rincón de la sala,

solo  y a oscuras,

desvelándome

por los ladridos

de una recua de perros,

y las cucarachas

invaden las sabanas de mi camastro,

clavándose en mí,

los muelles del jergón;

“no me riñas mamá,

que no hare mas barrabasadas”

Y las nubes del cielo

caminan impasibles,

sin importarles

los lamentos del zagal.

Padre no me quiere,

llegando temerario,

despojándose de su cincha,

una tunda me da,

y también a ti mama,

y es por eso

que a su trabajo

a buscarlo no voy;

“no me riñas mamá,

que no hare más barrabasadas”;

y las nubes del cielo

caminan impasibles,

sin importarles

los lamentos del zagal.

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