No fue un día más

El dio  apareció gris, en esos días  de otoño, que mezcla el sol con los vientos húmedos, que amenazan lluvia….
Como todas las mañanas, salí de casa camino de la boca del metro, que nos engulle, camino de un trabajo rutinario y cansino.
No sé qué tendrá  los viajes en metro, que en los intervalos desde el destino entre tu casa y el trabajo, o bien los entretienes con la lectura de un libro, escuchar música  o soñar…
Así que esa mañana me dio por soñar, soñar en la mujer que gozaba, y que estaba con ella hace pocos meses, y que me hacía olvidar los trabajos precarios, que me hacían sobrevivir en la dura vida de una gran metrópoli; así que, a pesar de todo, el gozo se había apoderado de mi vida.
Entre cabezada y cabezada, soñé que un  viento húmedo acariciaba mis mejillas, entre una multitud de nubes negras, en el que brillaba mas allá  de las nubes tu rostro negro y bello, con esos labios carnosos y rotundos.
Una tenue sonrisa se dibujo en mi rostro, haciendo que el resto de viajeros circundantes,  me miraran con cara extraña, pero a mi no me importo, ya que sentía  que me encontraba en el mismo cielo, y empezó un bello  sueño….
Sobre un nimbo, amenazante de chaparrón, tú sonreías lisonjeando mi filamento, y me balbucías sensitivas vocablos de pasión.
Desde lo más recóndito arrebataban manifestarse los más distinguidos juegos, pero me tragaba tus vistas, sin poder escaparse y desperdiciar en ellos, endulzándome n la melada de tu pátina.
Mismamente ese jornada, cuando estuve frente a mi mesa de la faena, e iniciar un día más, otro tiempo , que en principio incumbiría ser repetido y empalagoso, fuera una mañana de júbilo…

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