HIISTORIAS DEL SEÑOR KEUNER DE BRECHT (SELECCIÓN DE TEXTOS)

Patriotismo: odiar las patrias
El señor K. no consideraba necesario vivir e un paía determinado. Decía
-En cualquier parte puedo morirme de hambre.
Pero un día en que pasaba por una ciudad ocupada por el enemigo del país en que vivía, se topó con un oficial del enemigo, que le obligó a bajar de la acera. Tras hacer lo que se le ordenaba, el señor K. se dio cuenta de que estaba furioso con aquel hombre, y no sólo con aquel hombre, sino que lo estaba mucho más con el país al que pertenecía aquel hombre, hasta el punto que deseaba que un terremoto lo borrase de las superficie de la tierra. "¿Por qué razón -se preguntó el señor K.- me convertí por un instante en un nacionalista? Porque me topé con un nacionalista. Por eso es preciso extirpar la estupidez, pues vuelve estúpidos a quienes se cruzan con ella. La pregunta sobre la existencia de Dios
Alguien le preguntó al señor K. si Dios existía. El señor K. le dijo: "Te aconsejo que reflexiones si la respuesta a esa pregunta afectaría a tu comportamiento. Si no lo hiciera, podemos olvidarnos de la pregunta. Si lo hiciera, puedo ayudarte como mínimo diciéndote que ya has decidido: tú necesitas un Dios.
Dos ciudades
El señor K. prefería la ciudad B. a la ciudad A. "En la ciudad A. -decía- se me quiere; pero en la ciudad B. me tratan con amabilidad. En la ciudad A. todos procuran serme útiles; pero en la ciudad B. me necesitaban. En la ciudad A. me invitaban a la mesa; en la ciudad B. me invitaban a la cocina."
Forma y sustancia
El señor K. contemplaba un día una pintura que representaba ciertos objetos bastante caprichosamente
-A algunos pintores -dijo- les ocurre lo mismo que a muchos filósofos cuando contemplan el mundo. Tanto se preocupan por la forma que se olvidan de la sustancia. En cierta ocasión, un jardinero con el que trabajaba me dió una podadora con el encargo de que recortase un arbusto de laurel. El arbusto estaba plantado en un macetón y se empleaba en las fiestas como elemento decorativo. Había que darle forma esférica. Comencé por podar las ramas más largas, mas por mucho que me esforzaba en darle la forma apetecida, no conseguía ni siquiera aproximarme. Una vez me excedía en los cortes por un lado; otra vez, por el lado opuesto. Cuando por fin obtuve una esfera, resultó demasiado pequeña. El jardinero me comentó decepcionado: "Muy bien, la esfera ya la veo, pero ¿dónde está el laurel?
El elogio
Al enterarse de que sus antiguos pupilos le elogiaban, comentó el señor K.:
Cuando los discípulos ya hace tiempo que olvidaron los errores de su maestro, éste aún los recuerda.
Espera
El señor K. estuvo esperando algo todo un día, luego una semana y por fin un mes entero. Al fin se dijo: "Podría haber esperado perfectamente un mes, pero no ese día ni esa semana".
Preguntas convincentes

-He observado -dijo el señor K.- que mucha gente se aleja, intimidada, de nuestra doctrina por la sencilla razón de que tenemos respuestas para todo. ¿no sería conveniente que, en interés de la propaganda, elaborásemos una lista de los problemas para los que aún no hemos encontrado solución?
Afrenta soportable
Alguien acusó a un colaborador del señor K. de adoptar una actitud hostil hacia éste.
-Sí, pero sólo a mis espaldas -dijo el señor K., defendiéndole.
El reencuentro Un hombre que hacía mucho tiempo que no veía al señor K. le saludó con estas palabras:
-No ha cambiado usted nada.
-¡Oh! -exclamó el señor K., empalideciendo.
Exito
Al ver pasar a una actriz, el señor K. comentó:Es hermosa.
Su acompañante dijo:
-Ha tenido éxito últimamente gracias a su belleza.
-Es hermosa gracias a que ha tenido éxito -replicó, irritado, el señor K.
Cada vez que el señor K. amaba a alguien
-¿Qué hace usted -preguntaron un día al señor K.- cuando ama a alguien?
-Hago un bosquejo de esa persona -respondió el señor K.- y procuro que se le asemeje lo más posible.
¿El bosquejo?
-No -contestó el señor K.-. La persona.
Organización
El señor K. dijo en cierta ocasión:
-El que piensa no emplea una luz de más, un pedazo de pan de más, un pensamiento de más. Esfuerzo de los mejores
"¿En qué trabaja?", le preguntaron al señor K. El señor K. respondió: "Estoy muy atareado. Preparo mi próximo error."
El reencuentro
Un hombre que no había visto al señor K. desde hacía años le saludó diciendo: "¡No ha cambiado usted en absoluto!" "¡Oh!", dijo el señor K. y palideció.
Sobre la traición
¿Deben cumplirse las promesas? ¿Deben hacerse promesas? Donde hacen falta promesas reina el desorden. Pues debe ponerse orden: el ser humano no puede prometer nada. ¿Qué le promete el brazo a la cabeza? Que seguirá siendo brazo y no se convertirá en pie, pues cada siete años es un brazo diferente. Cuando una persona traiciona a otra, ¿ha traicionado a la misma a quien le había hecho la promesa? En cuanto la persona que recibe la promesa va cambiando y tiene siempre una relación diferente con la primera, ¿cómo se le puede cumplir una promesa que se hizo a otra persona? Quien piensa traiciona. Quien piensa no promete nada.
Sólo promete que no dejará de pensar.
Sobre los sistemas
"Muchos errores provienen de que se interrumpe muy poco o nada a los oradores." dijo el señor K. "Así se forma fácilmente una totalidad engañosa que, por ser completa, cosa que nadie duda, parece ser válida en todos sus elementos, aunque éstos sólo sean válidos en relación al total. Muchos problemas surgen y se mantienen porque, después de eliminar costumbres dañinas, se ofrecen continuamente sucedáneos a la adicción, que aún dura. El placer mismo crea la adicción. Para explicarlo con una imagen: para esa gente que necesita estar siempre sentada, porque es débil, deberíamos construir en invierno bancos de nieve que, en primavera, cuando los jóvenes se hayan fortalecido y los viejos hayan muerto, desaparezcan por sí solos y sin esfuerzo.

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