¿Indignado? o ¿Frustrado?

NOTA DE UN INDIGNO  DE ESTA SOCIEDAD:

Ante tanto desvarío, ante tanta insensatez, me reclamo mi derecho a opinar, no queriendo llevar razón, voy a a expresar mis perplejidades ante este mundo, que se ha resignado ante tanta irracionalidad......
Por ello expongo un hecho:
Estamos en presencia de un virus, ante el cual no existen vacunas, pero ya sabemos, por lo que van diciendo, las población joven (18-30 años) son portadores del virus.
También sabemos que desde los 30 a los 60 años, empiezan a correr ciertos riesgos, pero que no les supone el fin del mundo.
A partir de esa edad, ya empiezan a surgir problemas, siempre y cuando tengan ya problemas, asociados a otras enfermedades.
También sabemos, que cuando tiene más de setenta años, y cuando lleven consigo, problemas asmáticos, y similares problemas respìratorios entran en problemas de neumonía, que es lo que este virus produce.
Ante este problema, una cosa es lo que dicen los expertos sanitarios, otro problema es como lo resuelven las instancias políticas.
Ante las decisiones que los sanitarios dictan sus observaciones, nada que decir, es su decisión.
Más luego vienen las decisiones de las autoridades sanitarias, que son decisiones políticas, ante las cuales cualquier ciudadano, en su libre crítica, puede decir, lo que considere pertinente, de acuerdo ante el problema que se trate dilucidar.
¿Qué es lo quiero expresar?
Ante un problema de salud, lo que se debe guardar, ante todo y sobre todo, es la proporcionalidad de las medidas a tomar.
Si son medidas meramente sanitarias, lo que procede son tomar ordenes sanitarias, ante cualquier problema sanitario, en eso, creo que todos estamos de acuerdo.
Pero cuando se toman decisiones, que incluyen decesiones que limitan el derecho de movilidad de las personas, o el derecho de reunión, y subsdidiariamente, que la gente vaya a un concierto o espectaculo, vamos entrando en otra forma de solucionar el probema, que queremos solucionar.
Eso equivale, en pura decisión politica, en dar un paso más, que trasciende el orden administrativo, en tanto que, esas decisiones pueden inculcar libertades fundamentales, en esencia la libertad de movimientos.
Ante lo que he dicho en el párrafo anterior, claro que el Estado tiene soluciones, en primer lugar proclamar el estado de alarma, luego vendría el estado de emergencia, como claras formas de resolver los problemas ante esta crisis sanitaria.
Ahora es cuando, como aprendiz de jurista, me vengo preguntando estos días, las decisiones, que se andan tomando, son concordes a un respeto a las leyes actualmente vigentes.
Pues lo que tengo que decir, en mi humilde opinión, es que, una vez más, nos encontramos con una situación «de facto», que se asemeja tanto a un estado de alarma como a uno de emergencia, depende de cada cual, el grado, que cada uno, le quiere a dar a esta situación.
¿Por qué digo esto?
Cualquier resolución, que lleve consigo restricciones a la libertad de movimientos, el único organismo, que puede decidir es el Congreso de los Diputados, que o bien, dicta una ley, o bien delega, con orden expresa, que marque los limites, para un futuro Decreto Legislativo, que será el que debería regular la actual crisis sanitaria.
¿Que supone?
Una nueva quiebra del Estado de Derecho, en una crisis, que viene de lejos, y que muchos sabemos donde nos llevará: la aceptación acritica de estados de alarma, en la que amplios sectores de la población se mostraran resignadas, creyendo que lo importante es resolver el problema sanitario, pero donde se resuelves algo más importante,  es decir, a sociedades, donde unos manden y otros obedezcan, sin el menor espíritu critico


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