Poemas en mis tiempos libres........

Poema de amor eterno


Ay amor,
como decirte
que el día
en que se acabara
nuestro amor,
será cuando
el diamante se vuelva negro,
y el oro convertido
en un guijarro.
Será el tiempo
en que el sol
ya no calienta,
la noche
donde la luna
brillar no haga
al mar.
Cuando llegue
ese tiempo,
es que ya
ni la vida
merezca
la pena vivirse.
Vida, que no se vive,
falta ya la mujer de mis sueños,
la que hoy derretir me hace,
mi piel alberga
todas mis pasiones.
En este mundo,
Donde ya ni él
Girara,
esperar no puedo
a que tú me des
el beso mañanero.
El tiempo, 
ese extraño ser, que
si no existe
no puedes amar,
pero cuantos
días, tardes, mañanas,
deseas parar
las manecillas
del reloj de la vida, 
la existencia
dejaría ser de vida.
Más cuando
seamos cenizas,
tú y yo,
un ser querido
lanzará al viento,
 y donde posemos,
saldrán las flores            
más bellas,
Nuestra simiente
es la del amor eterno,
Y hombres, mujeres
visitaran estos campos
fascinados por esos colores
tan hermosos


 Cielos grises


Y yo que gigante me creía,

donde habita un recuerdo olvidado,
atravesando los senderos de la vida,
golpeando paredes de piedra,
intentando agrandar
Unas puertas,
que permanecían cerradas.
Siempre preguntándome
que tenía mi garganta,
que sólo capaz era
de desprender lamentos,
emergiendo, a veces,
Palabras,
que a duras penas,
podían salir,
ajenas al paso
de la gran muchedumbre.
¡Ay vida mía!
¡cuántos olvidos incomprensibles!
Y ella ahí presente,
en la noche oscura,
en su ventana reclinada,
acomodada entre nubes,
siempre esperando
la luz de un día
Yo siempre,
En estos légamos vividos,
enloquecido estaba,
marchito por
mi olvido,
internamente,
con esta alma,
en permanente naufragio,
asiéndome, postrándome,
en este mar profundo,
en que solo
se divisan
cielos grises






Vida recobrada


Un día me dijeron,
Limpia tus manos,
Borra tu memoria,
Ajeno a sufrimientos,
Para renacer
En la persona amada,
Entrelazaré tus manos,
Que ya olvidaron
Toda caricia,
Desnudo ando,
Olvidando
Los besos
Que un día
Pude dar.
Ese día,
cuando tú me ceñiste,
Una rosa de nieve
solo sentía,
gélidas caricias,
apenas sentía.
No quiero ser
el lino
que te apacigua,
que sane, perdone,
quiero ser
el volcán
que haga
explotar
todas las pieles,
las tuyas
y las mías.
Déjame vivir así,
en este torrente continuo,
Para que mi cuerpo
se desmantele
en el tuyo,
y aunque tú me
huyas un instante,
hare que tus
manos muertas
recobren la vida.


No es el amor el que muere

¡Ay esta vida!,
cuando decimos
que el amor se muere,
cuando quien muere
somos nosotros mismos,
atrás quedo
la edad de la inocencia,
donde caminando vas,
de olvido en olvido,
de ramas entrelazadas y rotas,
donde un día tras otro,
te preguntas:
¿Por qué quieres amar?,
Si un día vas a desaparecer.
Y un día, mirando,
en esos albores de la aurora,
recién despertado,
De un largo sueño,
Contemplas ese
Comienzo,
Donde afirmas:
Quien no besa, no vive,
Y quien no vive,
su cuerpo no siente,
fantasmas de la pena,
huyendo van,
recorriendo
los féretros
de los que
los amores perdieron,
siendo un
mal recuerdo
en sus vidas,
enganchados
andan
al vacío de sus vidas,
esta vida
se ha transformado
en los gemidos
de los que el amor perdieron,
golpeando la vida,
hasta romperla
en mil trozos,
arañando van
toda sombra
que sus recuerdos traigan
de la ternura perdida.
No es el amor
el que muere,
somos nosotros
los que nos
Vamos
Muriendo.





La amada y su hombre


El amado


¡Ay esta boca mía!
donde mil clavos
la andan sangrando,
que queriendo alejarme,
poniéndome un muro,
que taparon mis ojos,
creyendo así,
que así
no pudiera ver
la casa de mi amada.
Yo, a lomos de mi caballo,
a la playa quería ir,
para tapar mis ojos,
en la arena de la playa,
mas siempre
me llevaba
a la puerta de tu casa.
Y mis amores
ennegreciendo se fueron,
donde mis carnes
fueron brotando
todas las malas hierbas,
diciéndome siempre,
que yo no tengo
la culpa de amarte,
que la culpa es
de la tierra profunda
de donde efluye un olor,
que me trae el sabor
de tus pechos

La amada


¡Ay amor!,
¡Cuánta sinrazón!,
me grito la novia,
que contigo no deseo
ni cama ni sustento,
solo contigo
deseo estar,
arrastrada quiero ser,
y cuando me llegan
tus susurros,
que volver me piden,
en una hierba olorosa
me transformo,
para que una
brisa de aire
me lleve
hacia el hombre
de mi vida.
Por eso amor,
he dejado atrás,
a un hombre bueno,
que me prometía
dineros y descendencia,
por eso le deje
a mitad de la boda,
con toda la iglesia
coronadas de flores.
por eso el castigo
se cierne sobre ti,
yo encerrada quedaré,
lastimando el
Castigo
que tu vas a sufrir,
no hay nadie
en este mundo
que defender quiera.

El amado


La aurora resplandece,
los pagaros
empezaron a cantar,
los árboles se pliegan
a los vientos
de la mañana,
la noche ya va muriendo,
quiero ir a un rincón,
lo más oscuro posible,
donde yo te pueda amar,
donde no importa la gente.
Ya resuena los cascos,
los gritos enfurecidos,
a echarme el veneno,
que mate nuestro amor.

Una procesión


Unas breves líneas,
quiero dejar un legado
para los
que quieran escuchar
el grito, el lamento profundo.
se oyen voces por la ciudad,
salgo al balcón,
asomo tenuemente
mi cabeza.
ondean crespones,
lanzas rodean los pasos,
ataúdes incluso,
donde solo camina
gente silenciosa,
la alegría ha desaparecido,
suena trompetas,
aporrean los tambores,
es un día de luto,
acaban ya los pasos
¡Ah no!
Unos metros más
viene un paso solitario,
Solo un niño la custodia,
Va guardando
El féretro de la libertad,
nadie ha querido
hacer sonar
los timbales
de la barbarie,
solo el grito, el lamento
de un niño
nos hace recordar
las exequias
de la libertad.

 Mi piel


esas pieles que se palpan,
al sentir la fricción de otra piel,
como las grietas van
rompiendo
todos tus pliegues,
se va secando
mi boca, mis labios,
mis ojos se van cerrando,
no pueden ver otros ojos,
mi cuerpo ya no siente nada,
no siente su piel viva,
no siente el calor, el olor
de una piel cercana,
mi alma se agrieta.
No siente el brote
de un corazón latiendo,
ven ladrona de mi cuerpo,
haz brotar flores
en mi piel

Cerca, muy cerca


Los dos desnudos,
entre arboles
andábamos,
luces alumbraban
las ramas
Todas
ellas
andaban
cerca,
muy cerca.
Sentado en mi hamaca,
desnudo,
entrelazo mis manos,
el suelo tiembla,
estremecido de gusto,
mirando
su temblorosa figura.
en su seno,
una mosca se posó,
un rayo de luz,
dio color
a esta
habitación;
no sé me ocurrió
otra cosa,
que besar sus pies,
Una risa atronadora
casi hace caer
esta habitación.
Levante los ojos,
vi los tuyos,
palpitantes andaban,
estos labios besaron los tuyos,
néctares de ambrosía,
sentí en los míos,
echándome hacia atrás,
sólo pude articular:
 "¡Oh, mucho mejor...!"
Y entonces ella me dijo
"amado, te quiero decir...",
entonces su otro seno
quise besar,
esa risa,
esa risa,
la suya y la mía.
Los dos desnudos,
entre arboles
andábamos,
luces alumbraban
las ramas,
todas
ellas
andaban
cerca,
muy cerca.



Y el carnaval se apoderó


A quien cantas tú,
a quien canto yo,
para que cantamos,
tu y yo,
me cantas a mí,
y yo,
re canto a ti,
corazones
luces increíbles
van lanzando,
mis cabellos,
tus cabellos
levantados,
casi arrancados
por los huracanes
de la pasión.
Tiembla
la naturaleza entera
ya no existe el oro,
lo somos tu y yo,
mi piel se eriza,
desde el orco
hasta más
arriba
del cielo,
los dos
fundidos, derretidos.
De pronto tu voz
Jadeante,
bañada,
se va rompiendo
¡Ay!,
Creo
que soy Orfeo,
y tú,
Eurídice,
que me conduces
al llanto roto.
Una mano temblorosa,
una lira,
arrancado va
nuestras entrañas
donde anda
 nuestro paisaje soñado,
entre las máscaras de la vida,
yo tocando la guitarra,
tú bailando
sobre tus
disfraces
volubles,
cantando
ese amor
vencedor,
y el claro de luna
sonando,
haciendo sollozar
este éxtasis,
en ese paraíso,
el tuyo y el mío.


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