Dos poemas en este mes de agosto

Quién la enseñara a beberse la calles?


Transcurriendo van los  días,
transmutados quedaron los sueños,
fenecieron las esperanzas,
lamentos apoderaron mi vida.
Se fueron envenenando
las mañanas, las noches, los días,
en compañía del hombre
que la hizo creer
ser la princesa
de sus  sueños eternos.
Barbarie, sufrimiento
fueron sus días,
aun escondida
en el rincón de su cocina,
anhelos muertos
en lágrimas de agonías,
cuan alto el precio  pagado.
Alegrías desaparecidas,
desazones se apodera
de toda mi vida,
mirada  inquieta,
desvelos nocturnos,
extienden
todas
mis heridas.
Mi pluma corre deprisa,
no puedo secar
tus lágrimas,
siento tus angustias y derrotas,
 sé que tus ventanas
andan cerradas.
la luz de la vida
ya no llega a tu corazón,
que incendiado anda,
en la gran noche negra
de tu vida,
paredes tenebrosas
guardan el secreto
de tamaña barbarie,
el miedo venció a la sonrisa,
aun sabiendo que
que los silencios
Son tramposos,
Caminas por sendas
llenas de piedras,
que se clavan
en las plantas
de sus pies,
soportando
ese gran peso
que soporta
tu débil espalda
retorcida y temerosa,
busca escaparse
de su cruel destino,
¿quién la enseñara
a beberse la calles?


Domingo agosteño


Va terminando este domingo,
quiero terminar este día
torpedeando un folio vacío,
naciendo van mis palabras,
inundados de estas iras
que me atormentan,
deseando que los incendios
de esta vida,
viendo un árbol rojo,
testigo de sus ramas coléricas,
Y es que es sus raíces
aun queriendo buscar
la fuerza,
solo encuentran
el dolor
de este mundo
angustiado,
solo las piedras,
los cantos rodados
se libran
de tamaña devastación,
vendrán seguro
manos
en busca
de una
piedra pensativa.
Necesito que corra ya
ese aire vivo,
acorralando
voy la soledad
de esta triste
habitación,
a golpe de palabras,
sintiendo el calor
de mis compañeros
de viaje,
acudiendo
a multitud de combates,
 queriendo conquistar
todas las la alegrías,
mis dedos son mis grandes
aliados
para escribir al mundo,
mis torpes palabras
desaliñadas,
no sé cuando escribiré
mi canto general,
que sea el
pan abierto,
lleno de fuego,
sembrando ascuas ardientes
esta humanidad
huérfana de esperanzas,
que haga surcar de nuevo
las naves en esta tierra dolorida.
aun no sé  si estas palabras
harán efecto ahora,
o tal vez en otro tiempo,
donde estos dolores
hayan agotado su existencia,
sabiendo de antemano
que otras hebras
me acompañaran,
que se apropiaran
de este canto
dominguero,
mi piel,
mi corazón,
se anda quemando
por los dolores
de los esclavos modernos.
Voy terminando
este alud de palabras,
escrito en la soledad,
maldecido
por los biempensantes
de este mundo,
sintiéndome
clandestino
En esto que llaman
la patria mía,
en este dieciséis de agosto
del año 2015,
teniendo 57 años,
 bregando fuerte
contra los barbaros
que dominan el mundo.


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