Al calor de las noticias (20 de septiembre de 2014)

En los rotativos escritos hoy solo hay ojos para Escocia y Catalunya, de Gran Bretaña y España. Para la derrota de los independentistas escoceses, la dimisión de Salmond y la promesa de Cameron de descentralizar el Reino Unido para dar más poder a los escoceses, galeses, irlandeses e ingleses, con el aditamento de ayer que fue la aprobación por el Parlament de la ley de consultas con la que Mas se apresta a convocar una votación no vinculante jurídicamente sobre el futuro de Catalunya que el Gobierno español de Rajoy amenaza con prohibir por considerarla ilegal.

Por lo demás, apenas queda hueco en alguna primera para la vuelta de Sarkozy a la política (El País, La Vanguardia, El Mundo), la desautorización de Ruiz-Gallardón y su contrarreforma del aborto 'El País) y que las teles deberán ser resintonizadas en 90 días por la nueva TDT (El Periódico).

Son la cara y la cruz de una moneda, británica y española, donde el Mundo pone el titular de más enjundia al decir que estamos ante el "Desafío del Parlamento catalán a la soberanía del pueblo español"-- y Barcelona de hoy, en estas circunstancias paso a dar cuenta de cada uno de las consideraciones que realizan los distintos periódicos.

El Punt Avui destaca que se ha aprobado por una gran mayoría, y en su editorial nos dice que "El peso de la ley catalana, inapelable", y acaba diciendo que "El proceso soberanista ha entrado en un camino en que solo la intolerancia, la prepotencia y la amenaza pueden hacer frente al ejercicio de la democracia".

Ara nos dice que se inicia la cuenta atrás para el referéndum del 9-N, siendo el titular de su editorial ("Las lecciones de Cameron y Salmond. La lección democrática y el Reino Unido es el camino a seguir: España debería tomar nota") ; que termina haciendo esta aseveración: "Y Europa y el mundo comienzan a no entender la incapacidad de España de hacer suyo el espíritu democrático que ha tenido el Reino Unido".

La Vanguardia abre con la aprobación de la ley de consultas, pero su editorial ("Después del referéndum escocés") se centra únicamente en la consulta de Escocia y las consecuencias de su resultado, un "impecable ejercicio democrático" que a la postre habrá fortalecido a todo el Reino Unido: "Invita a pensar que los nuevos desafíos se afrontarán con similares posibilidades de éxito".

El Periódico lanza sus miradas a Edimburgo y Barcelona, en su editorial ("Lecciones escocesas") destaca que "el Reino Unido no se rompe, pero el país que sale este referéndum histórico será a medio plazo muy distinto. En Catalunya los próximos pasos confirmarán que los caminos de Rajoy y Mas no conducen a salir del atolladero", terminando su editorial diciendo esto: "Hay que pedir respeto a la ley, pero también voluntad de diálogo y altura de miras".

La Razón, que opta en portada por "Ducha escocesa para Mas", también titula su editorial "Las lecciones de Escocia", aunque de hecho solo hay una: "El nacionalismo catalán se mira en el espejo escocés, pero esconde lo fundamental: están dispuestos a saltarse la legalidad constitucional". Y el texto acaba advirtiendo: "Situar a la Generalitat de Catalunya fuera de la legalidad es un acto cuya responsabilidad deberá recaer en Mas".

ABC prima en primera la derrota independentista escocesa ("Escocia derrota al separatismo") al reto catalán ("Mas desoye el aviso escocés y convocará el referéndum ilegal") y sirve dos editoriales. El primero destaca: "Sigue Gran Bretaña. La unidad de acción de los conservadores con los laboristas y los liberal-demócratas ha resultado decisiva para frenar el independentismo escocés". El segundo ("Una ley para una ilegalidad") concluye que una vez convoque Mas la consulta, "la Generalitat y las instituciones públicas que promuevan la consulta separatista se moverán en la ilegalidad más flagrante y el discurso victimista arreciará, pero el Gobierno central debe tener la tranquilidad de que a quien le asiste la ley, le asiste la razón. Si no fuera así, España no sería una democracia ni un Estado de derecho".

El Mundo refrenda su belicosa portada con dos editoriales encadenados. Primero: "La unidad política en el Reino Unido consigue frenar el independentismo..." Segundo: "... mientras el Parlament pone en marcha su desafío al Estado". Y este acaba así: "La incapacidad del PSOE para imponer una defensa unívoca del modelo de Estado en su federación catalana impide a los dos grandes partidos hacer un frente común contra el separatismo. Esta división es una baza que beneficia a Mas y a Oriol Junqueras. El presidente de la Generalitat miente al poner como ejemplo de respuesta política el compromiso de más competencias ofrecido por conservadores, liberales y laboristas británicos, pues Catalunya goza ya de una autonomía mayor de la que quizá delegue el Reino Unido a Escocia. Mas debería recordar, ya que envidia la democracia británica, que Tony Blair no dudó en suspender hasta en cuatro ocasiones la autonomía de Irlanda del Norte para superar sucesivas crisis políticas. Y, si su referente es Alex Salmond, ha de tener en cuenta que el líder independentista escocés ha dimitido tras el triunfo del 'no'. Es lo que debió hacer él cuando CiU pasó de 62 a 50 diputados".

El diario, en todo caso, precisa informativamente --que no editorialmente-- en páginas interiores que la ley de consultas aprobada por el Parlament no conduce a un referéndum jurídicamente vinculante ("Un texto para intentar burlar al TC. El Govern utiliza una ley ambigua para dar cobertura a un referéndum encubierto"). Igual que es el único en destacar que Rajoy vendió "'Felicidad' a través del plasma".

El País, finalmente, no habla hoy, como ayer, de ruptura de España en su portada: "El Parlamento catalán aprueba la ley para consultar sobre la independencia". El editorial ("Lecciones escocesas. El secesionismo debilita, las reformas pactadas fortalecen; Más y Rajoy deberían tomar nota"), y haciendo las siguientes consideración: "La victoria, en el referéndum escocés, de los partidarios de permanecer en Reino Unido aumentando su autogobierno conlleva tres importantes consecuencias inmediatas. Internamente, propicia una inédita federalización del país; en la Unión Europea, disipa las inquietudes añadidas a la difícil recuperación económica y debería abrir paso a una actitud menos obstruccionista de Londres ante Bruselas; y va en contra de movimientos secesionistas como el del soberanismo en Catalunya". Y tras lamentar que las exquisiteces democráticas que se han regalado Cameron y Salmond no se la regalen Rajoy y Mas, concluye: "La derrota de Salmond y los suyos es devastadora para los soberanismos europeos. (...) Pero ni Mas ni los suyos se dan por enterados".

Javier Pérez Royo sostiene que, "la secesión de un estado miembro se ha vuelto imposible en la Unión Europea", de los que sacamos las siguientes consideraciones: "Si hasta el momento el Gobierno de Mas no había conseguido reconocimiento alguno a su iniciativa de convocatoria de una consulta por ningún Gobierno europeo, a partir de hoy puede perder toda esperanza de alcanzarlo. La vía del referéndum se ha cegado. Ni siquiera se va a poder iniciarla. Ni el 9 de noviembre ni después. La aversión a los referéndums de secesión ha venido para quedarse. No es una norma que vaya a estar integrada en ningún Tratado, pero se le va a dar cumplimiento con mayor seguridad que a muchas de las que sí lo están. (...) La democracia directa ha desaparecido como opción en el marco de la Unión Europea en este terreno de la integridad territorial de los Estados miembros. (...) La frustración de la sociedad catalana puede ser enorme. Y sin salida fácil. (...) Cuando los habitantes de un territorio de un Estado –acaba-- no consideran que el Estado sea también suyo, sino que es de los demás, no es razonable esperar que se detengan antes de que se haya producido un cambio que permita que también ellos puedan considerarlo como propio. Y si el cambio no pueden conseguirlo, no pararán hasta tener uno independiente".

En definitiva, ahora tocará gestionar la previsible frustración de gran parte del pueblo catalán, y eso sí que va ser una cuestión muy peliaguda, y mis ánimos en este sentido no son muy alentadores, no sé como intentar decirlo, como integrar a toda esa población en un nuevo proyecto político se convierte en un reto de enormes magnitudes, por eso ando tan desesperanzado.

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