Me siento disidente en este mundo

Son muchos años de aturdimiento, de sinsabores, de tener sensaciones de cada batalla que  se puede plantear, es una batalla perdida de antemano, pero, aun así, merece la pena seguir  luchando, es que por encima de todo, un acto de dignidad humana, de sobrellevar esta  dura  lucha contra los poderosos de este mundo, esos hombres grises y nauseabundos, que nos dicen que vivimos en el mejor de los mundos.

Y es que nos vamos dando cuenta que las obras del ser humano, la construcción de nuestras relaciones sociales, lo que da sentido a la vida de nosotros mismos, y de los que nos rodean, es ir percibiendo que toda  obra humana es en sí misma es imperfecta, por que todo siempre es susceptible de ser mejorado….

Y es por ello que la disidencia es la consecuencia natural ante estas imperfecciones, o también incomprensiones al mundo que nos rodea, hasta hace unos décadas se vean sumidas en distintos grados de violencia, que según transcurren los décadas hacen que todo lo que nació como una esperanza, se convierte en una esclerosis de ese sistema, y que según vemos en nuestro alrededor conduce al ser humano hacia la perplejidad y la desazón.

Y siendo así que el grado de violencia ha ido desapareciendo ante cualquier cambio social, y que va siendo compartido por amplias mayorías sociales en este planeta, es cuando va siendo más palpable, que cualquier disidencia debe ser amparada por el sistema democrático, a riesgo que neguemos la condición humana a todos los que poblamos este mundo.

Y es que ha sido la disidencia, la insatisfacción por las limitaciones que nos encontramos en la vida, es el continuo motor que da sentido a la vida humana, sin estos disidentes, no habría sido posible ningún cambio en las ciencias, de la calidad de vida, de las artes, del respeto a los derechos individuales, a la libertad y a la creatividad.

Y es así que debemos asumir que los cambios deben ser asumidos por la gran mayoría social, y que esa labor es duradera en algunos años, por ello creo que deberíamos asumir, que esos derechos ganados a los poderosos del mundo, deben ser objeto de protección especial, que el camino para ser amparados, debe ser  hecho de un procedimiento especifico, y entiendo que es así la manera que esta involución  europea, en la que estamos inmersos, habríamos podido dar la batalla en mejores condiciones….

Es hora de decir a los autócratas, demagogos o trasnochados, que atacan con violencia a los disidentes, paralizan la creatividad del hombre, su ascenso material y espiritual, y le impiden cumplir con sus objetivos de vida.

En definitiva la lucha por la emancipación es una tarea ardua, llenos de sinsabores, pero cuando se gana una batalla, se ve recompensando, incluso las pequeñas batallas.

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